domingo, 24 de mayo de 2020

Granadilla, el pueblo medieval que ayudamos a reconstruir.

Granadilla
Por abriendomundo
Granadilla es una villa medieval de Cáceres donde reina la calma. Es como si sus habitantes se hubieran ido a comer y volvieran más tarde. Con sus fachadas impolutas, las plantas en algunos de sus balcones, y la cuidada vegetación de sus jardines.
Pero, lo cierto es que los vecinos no se han ido: los echaron. Y, de momento, no pueden volver.
En 1955, durante la dictadura franquista, el Consejo de Ministros del caudillo decretó la expropiación del municipio de Granadilla, incluido su casco urbano. La razón es que Franco había retomado las obras del embalse de Gabriel y Galán, ideadas durante la dictadura de Primo de Rivera, y los territorios de los alrededores de Granadilla comenzaron a inundarse.
“Fue un cúmulo de despropósitos. En un principio no se pensaba desalojar el pueblo, pero lo hicieron tan mal que se fueron inundando terrenos y algunos quedaron sumergidos. Ahí empieza el drama que termina con el desalojo”, explica Sebastián Caballero, historiador nacido en Abadía (Cáceres) y autor de Granadilla al hilo de la historia.
Por abriendomundo
El ingeniero encargado de la obra, D. Juan Bonilla, decidió ampliar la cota del embalse, los habitantes de Granadilla se encontraron aislados con los alrededores inundados, y sin agua potable. Se vieron obligados a marcharse.
El desalojo duró hasta 1965, y dicen que con los últimos se oía a los guardias civiles gritar “Ni una silla debe quedar”. Por suerte, el núcleo urbano de Granadilla nunca llegó a inundarse, aunque sus habitantes no pudieron regresar y ese mismo año Franco disolvió el municipio.

La precaria emigración de Granadilla

Por abriendomundo
Para realojar a los habitantes de Granadilla, según Caballero: “Se construyeron algunos pueblos como Alagón del Río (conocido entonces como Alagón del Caudillo). El desalojo fue improvisado, por lo que se hizo en condiciones precarias y muchas familias se vieron obligadas a compartir casa”.
En un principio se había acordado que se daría una vivienda y una parcela a cada familia. Sin embargo, las primeras casas no empezaron a entregarse hasta 1960. Durante un largo tiempo, muchos tuvieron que instalarse en barracones. El suministro eléctrico no llegó hasta 1964 y el agua corriente no se instaló hasta 1969.
En Alagón del Río, los habitantes de Granadilla también estaban incomunicados. Durante los primeros años los accesos por carretera eran complicados. Perdieron la mayor parte de sus antiguas parcelas de cultivo y, para acceder a las nuevas que se dispusieron en el municipio de Galisteo, tenían que coger una barca y después continuar el camino a pie.
La antigua Granadilla pasó a pertenecer a la Confederación Hidrográfica del Tajo (ICO). “La política del régimen era desalojar y hacer una repoblación de pino en los alrededores. En vez de hacerlo con gente local, trajeron a gente de Pedroche, en Córdoba. Los alojaron en las casas vacías y ahí empezaron a deteriorarse”, dice Caballero.

La histórica villa de Granadilla

Por DoloresGiraldez
Hasta 1955, Granadilla era un importante núcleo urbano. Era la capital de Tierras de Granadilla y el municipio abarcaba hasta 50 aldeas. Su población era de unos 1.200 habitantes y había casi 300 hogares, según el INE.
Históricamente, esta villa medieval también gozó de prosperidad gracias a su ubicación junto a la Vía de la Plata. Fue fundada en el siglo IX por los musulmanes, quienes levantaron su alcazaba. Hasta tres siglos más tarde, que fue conquistada por los cristianos bajo el reinado de Fernando II de León, quien levantó sus murallas.
“No es cierto que lo Reyes Católicos le hayan cambiado el nombre para no confundirla con Granada”
Granadilla también fue conocida por el nombre de Granada. “No es cierto que lo Reyes Católicos le hayan cambiado el nombre para no confundirla con Granada”, explica Caballero. “El pueblo tiene forma de granada y en sus alrededores hay campos de granadas. En los textos se usa indistintamente”.
Su rico patrimonio se ha ido recuperando durante los últimos años. En 1980, tras ser declarado Conjunto Histórico Artístico, se comenzaron las obras de rehabilitación de la villa. Primero se reformó su castillo, ya que era uno de los inmuebles más deteriorados. Después las murallas y, por último, el pueblo; gracias a ser una de tres villas elegidas para el Programa de Reconstrucción de Pueblos Abandonados. Este 2020 el programa va por su quinta edición.
Por abriendomundo
La restauración se hizo en colaboración con el Ministerio de Educación, que ofrece programas educativos en el pueblo. “El lugar se llena de estudiantes. Vienen a estudiar los árboles, colmenas.Y los alojan en las casas municipales que han restaurado”, dice Sebastián Caballero. Muchos estudiantes han ayudado a restaurar las casas.
Mientras estudiamos en el Torreón pudimos ir en una excursión a Granadilla, en la que restauramos varias casas y parques, plantamos árboles, grabamos un corto, hicimos una matanza, prensamos aceite, hicimos pan, una sesión de espiritismo trucada, una bataballa medieval - juego de rol en vivo - toma del castillo y  hasta un programa de radio. Había estudiantes de tres institutos a la vez en el pueblo y fue una convivencia única. Inolvidable.
Hoy, el pueblo de Granadilla está adscrito al municipio de Zarza de Granadilla. Es una de las joyas medievales más desconocidas de Cáceres y se puede visitar dentro de unos horarios.
Sus alrededores también gozan de gran atractivo. El embalse de Gabriel y Galán –llamado así por el poeta salmantino– es ideal para el avistamiento de aves. En él habitan numerosas especies como la cigüeña blanca (en ocasiones también se ha visto alguna negra), buitres leonados, águilas, gavilanes, etc.
El cineasta español Pedro Almodóvar se enamoró del entorno y, en 1990, rodó en él el final de la película ¡Átame!
Por abriendomundo
Los antiguos habitantes de Granadilla suelen visitar el pueblo dos veces al año: el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos; y el 15 de agosto, fiesta de la Asunción. Durante las fiestas se instalan mercadillos con productos locales.
A día de hoy, ninguno de ellos, ni sus hijos o nietos, han podido trasladarse a Granadilla. “La Asociación Hijos de Granadilla intentó que los familiares recuperasen las casas, aunque aún no lo han conseguido”, añade Caballero.

Casa únicas de la geografía española

Fuente: Jose Javier Martin Espartosa
Fuente: Jose Javier Martin Espartosa
El “do it yourself” (hágalo usted mismo) lleva ya un tiempo de moda. No obstante, seamos realistas: a la mayor parte de los humanos nos cuesta bastante montar a la primera una estantería de Ikea. “¡Es que faltan piezas!”. Mira, no, es que lo estamos haciendo mal.
Una actividad que nos puede tener entretenidos días, e incluso años (todo depende de la habilidad de cada uno). Pero como generalizar está mal, aquí os traemos a unos cuantos que no sólo han sido capaces de terminar la estantería sino que, además, han logrado construir su propia casa en pueblos o en mitad de la nada. No hablamos de una casa cualquiera, claro.

El Capricho Rillano

Fuente: Jose Javier Martin Espartosa
Fuente: Jose Javier Martin Espartosa
Es imposible conducir por la carretera N-211 y, a la altura de Rillo de Gallo (Guadalajara), no pararse. “Pero ¿desde cuándo estuvo aquí Gaudí?”, se pregunta uno. Pues, lo cierto es que nunca. Esa obra de arte pertenece a Juan Antonio Martínez Moreno, un constructor del pueblo que un día se levantó creyéndose arquitecto modernista catalán y, bueno, no se le dio nada mal.
Fueron varios años de trabajo, pero nadie duda de que el resultado es espectacular. Sobre todo teniendo en cuenta que lo ha ido construyendo él solo y, como indica un reportaje publicado en la Nueva Alcarria en agosto de 2016, sin planos; exactamente igual que Antoni Gaudí en sus inicios.

El Capricho de Cotrina

Fuente: Gotardo González
Fuente: Gotardo González
En Extremadura también había otro Antoni Gaudí: Francisco González Gragera. Aunque, como él mismo comentó a los medios en varias ocasiones, odiaba las comparaciones. Este albañil profesional, vecino de Tierra de Barros, afirmaba no conocer ninguna de las obras de Gaudí cuando comenzó su casa, aunque sí viajó a Barcelona tiempo después para visitarlas.
El Capricho de Cotrina es una casa rural que él mismo empezó a construir en el campo en 1989 con la idea de que fuera diferente a las demás del pueblo. De ahí su forma de castillo, los originales adornos, el trencadís y los colores llamativos.
El resultado no sólo es asombroso, sino que si no nos lo llegan a explicar, hubiéramos pensado que Gaudí también estuvo en Extremadura.
España es una tierra de “caprichos”.

La catedral de Justo Gallego, Mejorada del Campo

Fuente: Jose.Madrid
Fuente: Jose.Madrid
Su historia la conocimos gracias a Aquarius, que en 2005 hizo una campaña de gente extraordinaria y, como ejemplo, nos presentó a Justo Gallego. Un hombre delgado con aspecto de Jacques Cousteau que lleva más de 50 años construyendo su propia catedral en Mejorada del Campo, Madrid.
La obra, que comenzó en 1961 siendo un pequeño proyecto con plásticos, latas, goma, ladrillos y mucho cemento, hoy alcanza los 40 metros de alto y 5.000 metros cuadrados en superficie.
En este caso, Justo, de 92 años, no tiene nociones de arquitectura ni de construcción por lo que, aunque ha recibido ayuda en los últimos años, se cree que su obra podría desaparecer con él cuando se muera.

Serafín Villarán y su castillo, Cebolleros

Castillo de Cebolleros
Fuente: Txemi López
En Cebolleros, Burgos, había un hombre que soñaba con levantar su propio castillo. Durante 20 años, Serafín Villarán se dedicó a colocar piedra por piedra de su creación hasta darle forma al castillo Las Cuevas. Una singular construcción que, por desgracia, Villarán no vio terminado, aunque sus hijos continuaron con el trabajo para ver cumplido el sueño póstumo de su padre.
Con un aspecto medieval un tanto peculiar, el edificio fue construido con cantos rodados del río Nela. En total cuenta con 5 plantas y unos 300 metros cuadrados de superficie.

La casa de Dios, Épila

Fuente: Immaculada Va Remiro
Fuente: Immaculada Va Remiro
El creador de esta casa de Épila, en Zaragoza, tenía menos gusto que los anteriores. Quizá sea el motivo por el que muchos ya han catalogado el arte de Julio Basanta, su creador, como Art Brut, un término acuñado en los años 70 que define el trabajo de aquellos artistas que no tienen una formación en la materia y que en sus obras reflejan estados mentales extremos.
Tras la muerte de su hermano y de su hijo, según se puede leer en una de las paredes de la fachada de la casa: asesinados en 2002, Basanta comenzó a levantar en su vivienda un montón de esculturas. La mayor parte de ellas son demonios, aunque también hay calaveras, faraones egipcios, monstruos de estética manga, maniquíes, etc. Un popurrí de rostros con los que todos tendríamos pesadillas si los tuviéramos metidos en nuestra casa.
Tal y como indica un cartel a su entrada, la casa se puede visitar pagando 50 euros. Un precio un tanto excesivo que Julio Basanta lo justifica con que “Los castillos de esta casa han salido en todas las televisiones de España, parte del extranjero y en los libros”.

MV Barco España, Almuñécar

Fuente: Google Maps
Fuente: Google Maps
Esta casa es como si un barco hubiera entrado en Almuñécar por error y se hubiera quedado encallado en la avenida del Mediterráneo. Así describiríamos la obra de Pepe, el ex marino mercante que, en vez de comprarse un velero, decidió hacer de su vivienda un enorme barco mercante.
Tal y como se puede ver en su fachada, esta casa-barco está elaborada con antiguas piezas de embarcaciones que naufragaron. Las ventanas son ojos de buey, el casco cuenta con un ancla y la terraza de la cubierta está protegida con redes de pesca y salvavidas. Una auténtica obra de arte.

El castillo de Batman, Valencia de Don Juan

Fuente: Google Maps
Fuente: Google Maps
Su nombre original en realidad es edificio Centinela, aunque todos los vecinos de Valencia de Don Juan, en León, lo llaman el castillo de Batman. La razón es que las ventanas de la fachada se asemejan al logo del hombre murciélago.
El responsable de tal obra es Santiago Nava, un vecino que compró la anterior finca para derribarla y empezar a construir en 1990 el que sería el edificio de sus sueños. A diferencia de los casos anteriores, Nava era constructor y albañil, por lo que el Centinela contaba con planos.
La casa cuenta con cuatro pisos, una azotea, varias torres y hasta bajos comerciales.

Casa-Museo de Salaguti, Sasamón

Fuente: Salaguti
Fuente: Salaguti
En Burgos, en el pueblo de Sasamón, está la Casa Museo de Salaguti: un artista local cuyo nombre real es Carlos Salazar Gutiérrez.
Él mismo es quien diseñó y esculpió su propia cara en este peculiar edificio que, aunque originariamente lo utilizó como taller, hoy es un museo en el que guarda todas sus obras. Si tienes pensado visitarlo, lo más seguro es que te encuentres con él, pues vive en la casa contigua.