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Los mejillones, los percebes o las bellotas de mar tienen una increíble capacidad de pegarse a las superficies, incluso bajo el agua. Esta capacidad ha suscitado la curiosidad de los científicos durante años, y esa curiosidad ya está dando su fruto: una nueva proteína adhesiva capaz de suturar heridas en sesenta segundos.
La forma en la que funciona este tipo de pegamento se conoce desde hace cerca de un año, pero hasta ahora no se había logrado desarrollar una versión de laboratorio con usos prácticos. Ese ha sido el descubrimiento de un equipo de científicos de la Universidad Pohang de Ciencia y Tecnología de Corea del Sur (POSTECH).
El truco del adhesivo es que no solo se basa en las proteínas del mejillón. También incluyetirosina, un aminoácido presente en las alas de algunos insectos. La mezcla de ambas sustancias tiene un potente poder adhesivo que se activa mediante la luz. Los investigadores ya han probado el adhesivo con éxito en animales, y es capaz de cerrar heridas sangrantes en sesenta segundos, tanto internas como externas.
El adhesivo no solo ayuda a suturar heridas, sino que lo hace sin producir inflamación como ocurre con los puntos de sutura o las grapas quirúrgicas. Además, es completamente biocompatible y no tiene ninguna toxicidad. [POSTECH vía Science Direct]
Es el mejor colegio del mundo, es finlandés, y tiene tres cosas que los demás no tienen
Inaugurado en septiembre de 2012, la escuela de Saunalahti es considerada la niña bonita del sistema educativo finlandés, famoso por aparecer una y otra vez en lo más alto del 'ranking' del informe PISA
El distrito de Saunalahti, en la ciudad finlandesa de Espoo –la segunda más grande del país–, es un barrio de reciente creación destinado a albergar a la cada vez más numerosa población del sur de Finlandia. Pero, a diferencia de nuestros PAU, dista mucho de ser una desangelada ciudad dormitorio. El proyecto urbanístico ha sido diseñado por prestigiosos arquitectos y en él todo está pensado para hacer la vida más sencilla al ciudadano. Al contrario que en nuestros ensanches, la vida no gira en torno al hipermercado. El centro neurálgico del barrio es el colegio.
Inaugurado en septiembre de 2012, la escuela de Saunalahti es considerada la niña bonita del sistema educativo finlandés, famoso por aparecer una y otra vez en lo más alto del ranking del informe PISA, y conjuga todas sus virtudes en un espacio especialmente diseñado para potenciarlas.
El galardonado estudio de arquitectura VERSTAS diseñó el centro pensando en “la escuela del futuro”, el edificio perfecto para fomentar un sistema pedagógico con tres pilares principales:
1. Interacción y colaboración
Por supuesto, el colegio cuenta con aulas, pero su organización nada tiene que ver con las clases tradicionales: no hay pupitres individuales y cuentan con grandes ventanales; no sólo hacía el exterior, también hacía el resto de aulas. Todo el centro está diseñado para fomentar el trabajo en grupo, y cuenta con espacios más propios de una universidad, como los pasillos repletos de sillas y mesas donde los alumnos pueden estudiar o, sencillamente, sentarse a charlar.
“El edificio está al máximo de su uso casi todas las horas del día. Hay un montón de sinergias de las que todo el mundo se puede aprovechar”
Pero el colegio no sólo fomenta la colaboración entre estudiantes, también entre estos y sus profesores con el resto de la comunidad. Además de albergar nueve cursos –en Finlandia no existen centros diferenciados para primaria y secundaria–, la escuela cuenta con un centro de día para ancianos, una guardería, una casa de la juventud, una biblioteca pública –que es a su vez escolar– y un gimnasio abierto a todos los ciudadanos.
“El edificio está al máximo de su uso casi todas las horas del día”, explica enThis is Finland la directora del centro, Hanna Sarakorpi. “Hay un montón de sinergias de las que todo el mundo se puede aprovechar”. Durante el día los niños disfrutan de las clases, por la tarde sus padres acuden al gimnasio o la biblioteca y los fines de semana distintas asociaciones organizan actividades para todo el vecindario.
La idea es sencilla: si la vida comunitaria gira en torno a la escuela todo el mundo se preocupará de que esta funcione como es debido.
2. Aprendizaje fuera del aula
El colegio está diseñado para fomentar un sistema pedagógico que prima el aprendizaje informal, donde el tiempo de recreo y clase es casi indistinguible. “Algunos estudiantes no se sienten cómodos en las aulas tradicionales”, explica en This is Finland Ilkka Salminen, una de las arquitectas que diseñó el centro. “Todos los espacios interiores y exteriores son potenciales lugares de aprendizaje”.
El colegio está repleto de espacios para sentarse, trabajar, estudiar y, por qué no, divertirse. A los niños les encanta explorar el extenso patio y sentarse a leer en los alféizares de las ventanas. El edificio está pensado para que no tengan en ningún momento la sensación de ester encerrados, algo muy habitual en los colegios tradicionales, por eso cuenta con enormes ventanales, algo esencial en un país en el que se echan en falta muchas horas de luz solar.
“Todos los espacios interiores y exteriores son potenciales lugares de aprendizaje”
Desde el punto de vista arquitectónico está todo bien pensado: los patios de los niños más pequeños están orientados hacia el este, para recibir más luz solar, mientras que los estudiantes mayores, que pasan más horas en la escuela, reciben los rayos finales del día desde el tejado de cobre, suavemente inclinado para aprovechar hasta el último fotón.
“La amplitud de miras y el sentido de comunidad también pueden observarse en la arquitectura”, explica Salminen. “El corazón del edificio es un comedor multiusos donde se reúne todo el mundo. Se abre al patio de la escuela como si fuera un anfiteatro”.
3. Aprender haciendo
El sistema educativo finlandés da especial importancia al arte, la educación física y el trabajo manual, materias que, según diversos estudios, hacen que el rendimiento académico mejore en el resto de áreas. En el colegio de Saunalahti el gimnasio y los talleres son espacios fundamentales, con una situación privilegiada en el edificio, y puede observarse su actividad desde el patio y el recibidor principal, lo que hace que la importancia del trabajo físico esté aún más presente en el día a día de la escuela.
¿Hay alguien a quien no le guste la pizza? Supongo que siempre habrá excepciones, pero está claro que la pizza es uno de esos manjares gastronómicos que hacen las delicias de todo el mundo. Eso sí, hay un abismo entre una pizza de calidad y otra mediocre o mala, y no hay nada como elaborarla nosotros mismos. Si todavía no te has animado a darle a la masa o quieres saber cómo puedes mejorar tus pizzas, no te pierdas esta guía definitiva para hacer la mejor pizza casera.
La clave de una pizza empieza, cómo no, por la masa. Su preparación en realidad no es complicada y se basa en pocos ingredientes, pero hay que conocer algunas pautas esenciales para preparar una masa realmente memorable. Con productos de calidad, cierta práctica y poniéndole un poco de cariño, verás que no es difícil conseguir una pizza casera perfecta. Como si estuvieras en Italia, o casi.
Planificación previa
Como en cualquier otra receta de cocina, la planificación previa al proceso de cocinar es esencial para encauzar el camino del éxito y evitar contratiempos. Ponerse a improvisar una pizza no suele ser buena idea, salvo que tengamos ya buena experiencia y contemos con una despensa bien surtida. Decide con antelación qué día quieres servir la pizza, qué sabores te apetecen y con cuántos comensales la vas a compartir.
Dependiendo de la receta que prefieras seguir, necesitarás empezar a trabajar la jornada previa o directamente el día en el que encenderás el horno. Las masas retardadas dan resultados mejores, pero también se consiguen pizzas estupendas preparando las pizzas el mismo día. Si te decides por la primera opción, recuerda comprobar bien en la receta cuántas horas de reposo nocturno necesitará la masa, y cuándo tienes que sacarla de la nevera antes de continuar con el proceso.
Recetas de masa de pizza casera en Directo al Paladar:
En principio podemos hacer pizza en casa con los materiales y utensilios habituales que podemos encontrar en cualquier cocina, además del horno convencional. En un mundo ideal tendríamos un horno de piedra estupendo o uno profesional capaz de alcanzar temperaturas muy altas, pero con nuestros hornos más humildes también obtendremos una pizza casera irresistible.
Como materiales básicos, necesitarás al menos un cuenco mediano o grande, una báscula digital, plástico film, una bandeja de horno y papel de hornear. Si quieres resultados más profesionales es recomendable tener además una rasqueta cortador de masas, una pala, un pulverizador de aceite y una bandeja de acero o piedra de hornear.
Los ingredientes básicos
Los grandes mestros de la pizza cuidan mucho la calidad de las harinas, incluso muchos las importan directamente de Italia para asegurarse los mejores resultados. A nosotros no nos hace falta llegar a ese extremo pero conviene cuidar qué harinas vamos a comprar, pues las diferencias de calidades influyen mucho en el resultado final, al igual que con cualquier pan.
Una harina rica en gluten, las llamadas de fuerza o de panadería, permiten el crecimiento de la masa en el horno y son más fáciles de trabajar, si se respetan sus reposos. Las de todo uso, más flojas al tener menos proteínas, hacen que la masa sea más tierna y suave, aunque tienden a romperse si se manipulan demasiado. Podemos sustituir un 10% de la harina por una integral para darle un toque rústico.
Muchos expertos prefieren harinas de gran fuerza que necesariamente hay que dejar reposar durante 24 horas o más para lograr una consistencia elástica y maleable, lo que además influirá en el sabor final. Peter Reinhart recomienda probar y encontrar la combinación de harinas que más covenza a cada uno, apostando mejor por variedades sin blanquear y de molienda fina.
Puedes usar levadura seca de panadería o fresca, normalmente la receta indicará las proporciones. La seca es más fácil de medir, de mezclar y de almacenar. El agua también influye en el sabor final de la masa, es mejor utilizar agua mineral natural para asegurarnos que no habrá ningún sabor extraño que pueda afectar a los aromas. Y si usas aceite, que sea un buen virgen extra.
Manos a la masa
Prepara una superficie de trabajo limpia y despejada y ten a mano todos los ingredientes y utensilios que vayas a necesitar, con todo ya pesado y comprobado. Tras haber leído varias veces la receta, empieza a elaborar tu masa, sin prisas. El primer paso suele ser simplemente mezclar todos los ingredientes hasta tener una masa homogénea, húmeda, sin amasar. Tapa con plástico film – o con un gorro de ducha – y deja reposar a temperatura ambiente o en la nevera, según se indique.
Lo habitual antes de retardar la masa en la nevera es dejar reposar entre una y tres horas en la cocina, menos tiempo cuanto más calor haga. En verano, en lugares cálidos, mejor limitar el tiempo sólo a una hora. Coloca la masa en la parte media o baja de la nevera, alejada de productos con olores fuertes que puedan afectarla. Podrás hacer pizza al día siguiente o guardar la masa hasta cinco jornadas más. Recuerda sacarla al menos una o dos horas antes de seguir con el proceso.
Para manipular y amasar es recomendable usar las manos, y sí, nos ensuciaremos. Es parte del encanto de la experiencia de la pizza casera. Aunque parezca demasiado húmeda, no conviene añadirle mucha más harina; podemos humedecernos las manos con agua fría. La masa de pizza tiene que ser algo pegajosa.
Una vez formadas las porciones en forma de bolas, se dejan reposar a temperatura ambiente en la superficie de trabajo enharinada. En este punto podemos congelar las porciones de forma individual, y sólo habrá que acordarse de descongelarlas en la nevera la noche antes.
Para estirar la masa y dar forma a nuestra pizza es aconsejable prescindir del rodillo. Si te animas a emular a los maestros pizzeros, enharínate las manos y desliza la masa sobre los puños, estirándola con cuidado mientras giras las manos. Una vez estirada, lánzala hacia arriba y vuelve a recogerla con los puños. O simplemente estírala empujando la masa del centro a los bordes, formando un disco.
La cobertura
Aprovecha los tiempos de fermentación finales para tener listos todos los ingredientes de la cobertura, cortados y preparados, según su caso. Recuerda que menos es más: no caigas en el error de llenar tu pizza de ingredientes distintos. También la calidad de los productos es esencial para conseguir los mejores resultados.
Casi todas las pizzas tienen una base de tomate, aunque también hay opciones blancas. Puedes usar totame natural, mejor estilo pasatta italiana, o tomate troceado bien escurrido. Otra opción es usar una buena salsa casera de tomate, siempre dejando una capa muy fina. Distribuye el resto de ingredientes sin sobrecargar, y culmina con un buen queso fundente de calidad. Vegetales como la rúcula o la albahaca fresca corren el riesgo de quemarse y es recomendable añadirlos una vez ya horneada.
El horneado
El horno tendrá que ser precalentado como mínimo 45 minutos antes de introducir las pizzas, y siempre al máximo posible de temperatura, con una bandeja o piedra de hornear dentro. También puedes optar por hornear directamente sobre la resistencia en la base del horno, prescindiendo de bandejas. La máxima temperatura es esencial para obtener una masa perfecta.
Si usas una bandeja, sácala con cuidado de no quemarte y enharínala ligeramente. Usando una pala de panadería o una hoja de papel de hornear con un poco de semolina o harina, desliza la pizza sobre la bandeja, piedra de hornear o sobre la base. Cierra el horno y esperatres o cuatro minutos. Sube la bandeja a la parte alta y hornea unos tres o cuatro minutos más, vigilando bien que no se queme. Espera unos minutos fuera del horno antes de empezar a cortar para servir.
La mejor manera de disfrutar de una pizza en nuestro hogar es hacer nuestra propia masa. No hay nada como elaborar todos los pasos por uno mismo, sin punto de comparación con las precocinadas o las que sirven a domicilio las franquicias. Preparar una pizza casera no es tan difícil y el resultado merece mucho la pena, sobre todo si vamos a compartirla con invitados en casa. ¿Cuál es vuestra pizza favorita?