jueves, 7 de agosto de 2025

Por qué nos hacemos viejos de repente a los 44 y a los 60 años



Siempre hemos creído que el envejecimiento es un proceso lento y progresivo, casi como si los años nos fueran apagando poco a poco, de forma inexorable.

Así lo recogen manuales y revisiones médicas recientes, que siguen definiendo el envejecimiento biológico, en su modo más simple, como “alteraciones lentas y progresivas de la función física que empiezan en la madurez y concluyen con la muerte”.

Aunque esta imagen del tiempo –o la metáfora de un goteo constante de pérdidas– sigue dominando nuestra forma de entender la vejez, estudios recientes revelan que no envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia.

Esta hipótesis desafía décadas de modelos lineales y abre la puerta a una nueva manera de entender los cambios biológicos asociados al tiempo.



Lo que revela el laboratorio

La nueva visión del envejecimiento a saltos se apoya en un trabajo publicado en 2024 en la prestigiosa revista Nature Aging. Durante varios años, los investigadores siguieron de cerca la evolución molecular de más de un centenar de personas adultas, analizando hasta 135.000 moléculas distintas de cada voluntario. Se trata del mayor estudio longitudinal multiómico realizado hasta ahora sobre envejecimiento humano.

Lejos de encontrarse con un continuo suave de transformaciones, observaron un patrón interesante: casi todos los grandes cambios bioquímicos que acompañan al envejecimiento se concentran en dos momentos concretos de la vida adulta, aproximadamente a los 44 y a los 60 años.

En otras palabras, nuestras moléculas –y por tanto, nuestras células y órganos– parecen mantenerse estables hasta que, en condiciones normales, se producen transformaciones profundas y sincronizadas en muchos sistemas corporales.

Lo notable es que estos picos no se deben a un único tipo de molécula, sino que afectan a proteínas, metabolitos, lípidos, citoquinas, factores hormonales e incluso patrones epigenéticos, todos a la vez. Esto da respaldo biológico a la sensación tan extendida de que, en ciertos momentos, uno “se hace mayor de repente” y nota un bajón físico o mental de golpe.

Hacerse mayor de repente

Esta idea no es completamente nueva. En 2019, ya se había publicado en Nature Medicine un extenso análisis de proteínas en sangre que señalaba tres grandes “picos” de envejecimiento fisiológico: a los 34, los 60 y los 78 años.

Sin embargo, el nuevo estudio realizado en 2024 es más completo al analizar otros tipos de moléculas, además de proteínas. Con ello se ha logrado precisar los dos saltos más intensos que ya se habían señalado anteriormente: uno en la mitad de la vida adulta, alrededor de los 44 años, y otro posterior, en torno a los 60.

Al analizar muchas más moléculas y tipos diferentes, este trabajo se centra en los dos saltos donde los cambios son más globales en el organismo, aunque no descarta que pueda haber otros más adelante.

¿Qué ocurre en estos saltos?

En el primer salto, que suele llegar antes de los cincuenta, se desencadena una cascada de cambios en el metabolismo de grasas, se alteran las vías de procesamiento del alcohol y la cafeína, y se modifican proteínas fundamentales para el corazón, los músculos y la piel.

Cuando llega el segundo, cerca de los 60 años, se acelera el deterioro de funciones inmunitarias y renales, se altera el metabolismo de la glucosa y aumentan los procesos celulares vinculados al envejecimiento y al riesgo de enfermedades crónicas. Por eso, muchas personas notan que de pronto les cuesta más recuperarse tras un esfuerzo, o que aumentan las “pequeñas molestias” de un año para otro.

Estos saltos no distinguen entre hombres y mujeres, ni dependen del contexto reproductivo, como la menopausia. Aunque se observa cierta variabilidad entre individuos en el momento y la intensidad de los cambios, los patrones generales parecen responder a mecanismos comunes de la biología humana.

Las causas moleculares

Si bien aún no se conoce con exactitud el porqué de los saltos, sí se han detectado algunos de los mecanismos implicados. Una de las hipótesis más estudiadas propone que, al alcanzar cierto umbral de células envejecidas, podría desencadenarse una reacción en cadena que acelere el deterioro de los tejidos.

Además, la epigenética –las “marcas” que regulan a los genes– también sufre reconfiguraciones masivas en esos periodos, lo que provoca la activación o inactivación de cientos de genes de golpe.

Por último, en esos momentos críticos se detectan alteraciones coordinadas en moléculas clave del metabolismo energético, como NAD⁺, carnitinas y ácidos grasos. Estos cambios sugieren una posible disfunción mitocondrial, ya que las mitocondrias son los orgánulos encargados de producir la mayor parte de la energía celular y participan en múltiples procesos de envejecimiento.

Todo esto, que puede sonar abstracto o lejano, tiene implicaciones muy concretas en nuestra vida diaria.

Implicaciones prácticas

El impacto práctico es enorme. Por un lado, ofrece una explicación convincente a esa sensación que tantos expresamos que “de repente me siento mayor”.

Por otro, señala que esos momentos críticos pueden ser ventanas de oportunidad para intervenir y prevenir. Si sabemos que nuestros sistemas biológicos van a someterse pronto a un gran cambio, podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante esos periodos clave.

Mirando al futuro

Aunque aún quedan muchas cuestiones abiertas, como si será posible identificar las causas y mecanismos detallados del tercer salto alrededor de los 78 años que sugería el estudio de 2019, lo cierto es que el conocimiento de estos patrones nos permite mirar el envejecimiento con otros ojos.

A medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con precisión cuándo está a punto de producirse un salto biológico individual.

Con todo, ya sabemos que nuestra vida no es solo una lenta cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por momentos de cambio profundo. Así, el secreto de envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo.

Y es que, como cantan Celtas Cortos, “a veces llega un momento en que te haces viejo de repente”.

“No dejamos de jugar por hacernos viejos. Nos hacemos viejos porque dejamos de jugar”. (George Bernard Shaw)


Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/biologia-explica-mayores-repente-44-60-anos_1_12516413.html

Historia del derecho a las vacaciones pagadas como conquista obrera en España



En estos tiempos en los que se deslizan mensajes sobre el exceso de vacaciones en nuestro país y que habría que imitar supuestos ejemplos de otros lugares, recordamos la historia de la conquista obrera de las vacaciones pagadas, y que tienen su gran momento con la decisión que tomó el Gobierno del Frente Popular francés a través de los Acuerdos de Matignon de 1936, que tratamos monográficamente en Nueva Tribuna.


  1. El inicio de las vacaciones pagadas
    • Argumentos sobre las ventajas de las vacaciones pagadas (1926)
      • Análisis socialista sobre las vacaciones retribuidas para los trabajadores (1929)
        • El derecho a las vacaciones pagadas hacia 1930
          • El inicio de las vacaciones pagadas por ley 1931
          • La dictadura las mantiene pagadas
          • Blindadas por Constitución 1978
          • Conclusión

          El inicio de las vacaciones pagadas

          Ante la discusión en 1923 en el Instituto de Reformas Sociales sobre el artículo relativo a los nueve días al año de vacaciones retribuidas en el contrato de trabajo, y el revuelo que eso provocó entre la clase patronal, los socialistas decidieron investigar qué se hacía en el mundo al respecto, y publicar esos datos para el conocimiento general y, lógicamente, en apoyo de los vocales obreros.

          Después de la Gran Guerra comenzó a reconocerse el derecho a vacaciones retribuidas en distintos lugares.

          En primer lugar, en el Reino Unido más de cien contratos colectivos o convenciones entre patronos y trabajadores habían acordado las vacaciones retribuidas, y con arreglo a la legislación de dicho país, había sido comunicados al Ministerio de Trabajo.

          La mayoría de estos contratos colectivos establecían que debían ser pagados los salarios por los días de fiesta legales, y además para un cierto número de días, que variaba entre tres o doce al año. Generalmente, se establecía como condición para el disfrute de este descanso anual cierta antigüedad en la empresa, entre seis y doce meses. Había casos, además, en los que el número de días de descanso retribuido variaba en función del número de años que el obrero llevase en la empresa.

          El descanso retribuido estaba más extendido en Alemania. Al parecer, el 72% del número total de contratos colectivos, y que afectaban al 86% del total de trabajadores, contenían cláusulas relativas a la vacación retribuida. La duración del descanso anual en Alemania era de unos tres días en el 50% de los casos, y luego había un 41% de contratos que establecían vacaciones de hasta seis días.

          En Austria, por su parte, la ley sobre descansos retribuidos a los trabajadores marcaba una semana de vacaciones cuando el trabajador llevara un año en la empresa, y de dos semanas cuando se llevasen más de cinco años.

          En Italia, las vacaciones pagadas se aplicaban ya en las grandes empresas. El descanso era de seis días en las industrias química, metalúrgica y textil, y aumentaba al doble en las empresas del gas, electricidad y en las imprentas. Era un derecho para trabajadores con un año de servicio, aunque había casos en los que solamente era necesario haber cumplido seis meses.

          En Checoslovaquia había un decreto gubernamental que iba a ser presentado en el parlamento. El decreto preveía vacaciones anuales pagadas para los obreros de la industria, el servicio doméstico y los aprendices, después de un año de servicios ininterrumpidos. Las vacaciones iban a ser de seis días laborables para los obreros con menos de un año de antigüedad, y de doce para los que llevasen más de diez años con el mismo patrono.

          Hemos trabajado con el número del 28 de junio de 1923 de El Socialista. 

          Argumentos sobre las ventajas de las vacaciones pagadas (1926)

          El Socialista publicaba un artículo de E. Ryser desde Ginebra en julio de 1926 en el que el autor consideraba que la cuestión de las vacaciones pagadas para los asalariados era una de las reivindicaciones inmediatas de los obreros organizados y, por lo tanto, para ayudar a los que luchaban por este derecho y “necesidad social”, ofrecía argumentos. Para ello se basaba en las actas de los “Derechos del Hombre” de M. Maurice Millaud, hijo del economista y profesor de Economía política en la Universidad de Ginebra.

          En primer lugar, el autor consideraba que las vacaciones pagadas a los obreros debían ser una medida urgente a tomar, en función de una concepción moderna sobre las relaciones entre el capital y el trabajo, en un sentido más equitativo en relación con el reparto de su colaboración, y en función de derechos y necesidades recíprocas. Por eso parecía un deber asegurar una existencia conveniente a los trabajadores.

          El informe recordaba la importancia de la legislación obrera como instrumento para poner término a los abusos que se cometían en el ámbito productivo, citando algunas de las disposiciones más importantes. Pero la política social no solamente debía tener una función protectora, sino que debía cumplir otros objetivos, y en relación con la previsión. Y así había surgido una política social constructiva que limitaba la jornada laboral, y había puesto en marcha los seguros sociales.

          Partiendo de este preámbulo o contexto, el autor afirmaba que empleados, funcionarios, comerciantes e industriales disfrutaban de vacaciones, pero no los obreros. Solicitar que se estableciesen permisos anuales pagados suponía un ejercicio de equidad y de justicia, es decir, se relacionaba con un derecho que no poseían los trabajadores.

          Hemos trabajado con el número del 27 de julio de 1926 de El Socialista.

          Análisis socialista sobre las vacaciones retribuidas para los trabajadores (1929)

          El Socialista realizó un análisis sobre las “vacaciones obreras pagadas” en agosto de 1929 que rescatamos en este trabajo porque nos aporta información no sólo en relación con la postura socialista sino sobre la situación de esta reivindicación del movimiento obrero internacional a finales de los años veinte, en vísperas de la gran crisis.

          El artículo de “Las vacaciones obreras pagadas” venía encabezado por una clara declaración: “El derecho del descanso”. La cuestión de las vacaciones pagadas derivaba, en nuestra opinión, de la anterior reivindicación internacional de las jornadas de las ocho horas, al reclamar, ocho horas para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para el ocio. Ahora se trataba de ampliar el derecho al descanso y al ocio de la clase trabajadora, una reivindicación que terminaría por ser conquistada, y que ya existía en algunos lugares y sectores económicos en 1929. También habría que aludir al derecho anterior del descanso dominical, cuestión que en España generaría no pocas polémicas, con intervenciones del Instituto de Reformas Sociales, y denuncias del movimiento obrero por su incumplimiento, como pone de manifiesto la consulta del propio periódico El Socialista.

          “Nada más legítimo que este descanso de las clases laboriosas” rezaba el artículo, sobre la reivindicación de conseguir unos días de descanso anualmente, pero con el abono correspondiente del salario. Una reivindicación que recordaba que las denominadas clases improductivas gozaban de dicho derecho cuando llegaba el calor.

          Ya en el siglo XIX podemos detectar reivindicaciones en este sentido, pero hay que esperar al siglo siguiente para que se convirtieran en derecho y comenzara a generalizarse. La cuestión ya había sido tratada en la Federación Sindical Internacional y por las centrales sindicales de cada país, formando parte del programa de la OIT. Los socialistas españoles vaticinaban que las vacaciones pagadas no tardarían en imponerse, una premonición relativamente cumplida, como veríamos en el caso del Frente Popular francés en 1936, pero que tardaría muchísimo más para el caso español.

          El periódico obrero socialista hacía un repaso de dónde se había conseguido aprobar las vacaciones pagadas, aunque en determinados sectores económicos, y también en el ámbito de los contratos colectivos. En el caso concreto español se hablaba del contrato de los empleados de comercio madrileño, que permitía disfrutar de quince días de vacaciones pagadas, y el de los periodistas con veinte días de descanso anuales. Por fin, también habían conseguido las vacaciones pagadas los ferroviarios, unos trabajadores especialmente combativos.

          Por otro parte, el artículo ofrece una información interesante sobre la cronología de este asunto, descubriendo que, por ejemplo, en los Países Bajos a la altura de 1929 disfrutaban de este derecho el 76% de los trabajadores.

          Hemos consultado el número 6406 de El Socialista, e insistimos sobre su lectura para los interesados en este tema por la información concreta que aporta de los distintos países, sobre su situación legal en la materia, y sobre los contratos.

          El derecho a las vacaciones pagadas hacia 1930

          En el período de entreguerras se discutió mucho sobre el derecho a las vacaciones pagadas. En junio de 1930 el periódico socialista español teorizó al respecto partiendo del hecho de que se consideraba que los trabajadores pasaban por ser “excesivamente exigentes”, porque siempre se encontraban pidiendo, reclamando. Era una gran verdad, pero en la realidad no se ofrecía nada; todo lo que se había conseguido había costado trabajo adquirirlo.

          Una de las reclamaciones, consideradas más justas, de los últimos años, según el diario, tenía que ver con el descanso anual remunerado, las vacaciones pagadas, pero la reclamación no se había coronado con el éxito. En este sentido recordemos la conquista de este derecho gracias al Frente popular francés unos años después.

          Al parecer, no se negaba la justicia de esta reclamación, pero no se contemplaba tomar la decisión de forma inmediata, ni por parte de los poderes públicos, ni por parte de la patronal.

          El artículo estaba escrito en vísperas del verano, y se aludía a que se llegaba a una época del año en el que eran más apreciados los días de descanso, pero solamente podían disfrutarlos una parte de la sociedad, mientras que los asalariados de fábricas, talleres, almacenes y minas tenían que seguir esperando.

          Los trabajadores eran tan útiles, y su labor tan indispensable, que la suspensión de su esfuerzo era demasiado perjudicial para que se les considerase de otro modo que como seres “inferiores condenados a un automatismo embrutecedor”, además de ser espectadores resignados de la abundancia y de los placeres que su trabajo proporcionaba a los afortunados. El descanso solamente existiría en caso de enfermedad, de paro forzoso o cuando llegaba la muerte.

          Era un caso de egoísmo feroz, según la publicación socialista, de las clases privilegiadas, y contra esa situación había que reaccionar. Las vacaciones eran una necesidad para los trabajadores, de tipo psicológico (“moral”) y físico, frente al carácter de ostentación que tendrían las vacaciones para las clases inactivas.

          Era una batalla que necesitaba librar sin tregua la clase obrera. Lo pedía el propio instinto de conservación ante los modernos métodos industriales, que estaban imponiendo una embrutecedora racionalización del trabajo y que no servían más que para explotar más intensamente que antes al trabajador, y aumentar las ganancias para el patrono.

          (Hemos empleado de fuente el número 6671 de El Socialista de 26 de junio de 1930).


          GUILLERMO HERNÁNDEZ (RNE)

          España se convirtió en 1931 en uno de los primeros países en reconocer las vacaciones remuneradas. La medida entró en vigor con el BOE del 22 de noviembre de 1931, que plasmaba la aprobación de la Ley de Contrato del Trabajo, un texto en el que por primera vez se reconocían las vacaciones pagadas como un derecho.

          Con la norma, los asalariados de la España de principios de los años 30 pasaban a tener siete días de descanso retribuido al año. Eran los primeros pasos de una Segunda República presidida en ese momento por Manuel Azaña y que contaba con Francisco Largo Caballero como Ministro de Trabajo, cargo que compaginaba con la secretaría general de la Unión General de los Trabajadores.

          Con este paso, España se convirtió en "uno de los países pioneros en reconocer las vacaciones pagadas para todos los trabajadores”, cuenta a RNE Manuela Aroca, historiadora de la Fundación Largo Caballero y profesora de la Universidad Carlos III. Añade que, pese a ello, fue difícil que la ley se cumpliera a rajatabla por la informalidad de sectores como la agricultura, que por entonces tenían mucho peso.

          “Se escogía a diario quiénes iban a ser los trabajadores que iban a ser jornaleros, y eso desde luego introducía una precariedad muy importante en el mercado de trabajo”, señala Aroca. Las vacaciones pagadas formaron parte de un primer paquete de medidas introducidas durante la Segunda República donde, además, se establecía un salario mínimo, la jornada de ocho horas o la regulación de la negociación colectiva.


          La dictadura mantuvo las vacaciones pagadas

          El Fuero del Trabajo, algo así como la legislación laboral que Francisco Franco promulgó tras el Golpe de Estado, mantenía el reconocimiento de las vacaciones pagadas, “aunque no especificaba de cuánto periodo podían disponer los trabajadores”, explica Manuela Aroca. Ya en 1965, la dictadura estableció en 15 los días que los trabajadores podían descansar de manera remunerada.

          “España fue uno de los países pioneros en reconocer las vacaciones pagadas para los trabajadores“

          “Habría que esperar a que termine el franquismo, hasta el año 1976 para que se reconocieran tres semanas. Fue un proceso muy lento, a pasar del impulso inicial que hubo en la República”, añade.



          Blindadas por la Constitución del 78

          Con la democracia de vuelta y la redacción de la Constitución del 78, el derecho a las vacaciones pagadas quedaba blindado. A día de hoy los trabajadores pueden disponer de 30 días naturales o de 22 laborables de descanso retribuido. Sin embargo, no es una norma extendida en todas las economías desarrolladas.

          En Estados Unidos, por ejemplo, no se considera un derecho y queda en manos de las empresas la decisión de pagar las vacaciones de sus empleados. “Todo es susceptible de empeorar, […] hemos visto retrocesos en general en algunos de los derechos esenciales en el mundo del trabajo...”, advierte la historiadora de la Fundación Largo Caballero, Manuela Aroca.



          Conclusión

          Como nota final cabe destacar que en España, el derecho a vacaciones pagadas fue establecido por el gobierno de la Segunda República en 1931, mediante la Ley de Contrato de Trabajo. Esta ley, promulgada el 22 de noviembre de ese año, reconocía por primera vez el derecho a vacaciones pagadas para todos los trabajadores asalariados. Anteriormente, en 1918, los funcionarios públicos habían recibido este derecho a través de un real decreto. 

          El gobierno republicano, bajo el liderazgo de Manuel Azaña, impulsó esta medida como parte de una reforma social más amplia. El ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero, fue una figura clave en la implementación de esta ley. 

          Inicialmente, la ley establecía un período de vacaciones pagadas de siete días al año, aunque su aplicación efectiva fue difícil, especialmente en el sector agrario. Con el tiempo, el derecho a vacaciones pagadas ha evolucionado, ampliándose a 15 días en 1965 y finalmente a 30 días naturales (22 laborables) con la Constitución de 1978. 

          ¨Estas vacaciones se tratan de un derecho social fundamental conquistado por las clases subalternas, y no un regalo graciosamente otorgado por nadie.¨


          Fuentes: 

          https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/derecho-vacaciones-pagadas-como-conquista-obrera/20250804160714241145.html

          https://www.rtve.es/noticias/20211122/90-anos-vacaciones-segunda-republica/2232380.shtml